Mònica y Raül querían un cambio radical en sus vidas. Por eso decidieron dejar atrás el vertiginoso ritmo de trabajo en la Costa Brava por la tranquilidad de Grañón, un pueblo de agricultores y ganaderos en el límite entre La Rioja y Burgos, por el que trascurre el Camino de Santiago. Y de ese entorno de cebada, trigo, remolachas, patatas y viñedos se enamoró el matrimonio y con él enamoraron al diseñador Francesc Rifé, que convirtió una casona solariega de principios del siglo XVIII en el hotel boutique ‘Casa Grande Hotel’, donde el diseño es un huésped con plaza fija. Seguir leyendo..